lunes, 28 de septiembre de 2009


María Guadalupe Beltrán de la Colina
(14 años, N.Chiapas)

La esperanza del mar
(narración desde el otro mar...)


un viernes 14 de septiembre ...
En las noticias habían anunciado que un huracán se aproximaba a la península de Cancún, Quintana Roo. Todos se habían ido a comprar provisiones para la llegada del huracán Gilbert, todas las escuelas habían cerrado al igual que los locales, todos se  refugiaron en sus hogares.



Hasta la familia de Esperanza. Su padre había llegado del trabajo e inmediatamente se puso a tapizar la casa con madera, pero  no tenían suficiente madera para tapizar todo, así que no tapizó la sala de la casa no pensó que llegara a suceder algo malo así que sólo le puso cinta adhesiva. La madre de Esperanza estaba preparando el refugio en el que se iban a quedar, esperanza estaba buscando a su muñeca por todos lados, en la radio escucharon que el huracán estaba pasando por la península así que los 3 se refugiaron; desde el cuarto escuchaban relámpagos fuertes, mucho viento y lluvia, esperanza recordó donde había dejado su muñeca y salió corriendo del cuarto a buscarla, sus padres le dijeron que mejor esperara a que pasara el huracán que venía destrozando media ciudad. Esperanza era sólo una niña y uqería a su muñeca, no hizo caso y salió corriendo a buscar ese juguete que la acompañaba como a todas las niñas. Fue directo a la sala, ahí vio a su muñeca sentadita en el sofá como la había dejado, cuando fue hacia ella se dio la media vuelta y miro hacia la ventana.Se pregunto: ¿por qué su padre no había sellado esa ventana?. Lo que no sabía Esperanza era que la madera no le había alcanzado para sellar la ventada de la sala. Después, Esperanza se alejó de la ventana pero en ese momento se escuchó un estruendo, Esperanza volteó. Lo último que vió fue una luz potente y un recuerdo de su familia…



Cuando abrió los ojos esperanza vió a sus padres llorando. Esperanza trato de hablarles pero algo pasaba, ellos no la escuchaban, ella se levanto del suelo pero notó algo extraño, miró sus manos y podía ver a traves de ellos, sintió un escalofrió que le recorrió todo su ser, se dio la vuelta y miró su cuerpo ensangrentado por los vidrios que se le habían enterrado en sus brazos. Sus padres gritaban y lloraban, no podían hacer nada ya que el huracán se los impedía. Después de que el huracán pasó,  hicieron el funeral para Esperanza. Ella se mantuvo siempre a lado de sus padres y cuando terminó el funeral decidió que ya era hora de irse se despidió se sus padres diciéndoles:
-Mami y Papi: no se preocupen por mi, recuerden que siempre estaré con ustedes en su corazón…  Y con una gran sonrisa y unas cuantas lágrimas en los ojos se fue volando.
Cuando llegó al cielo, Dios le pregunto:
-Hija mía, tu no deberías estar aquí aún no era tiempo para subir aqui.
Esperanza se sorprendió mucho.
-Dios, entonces ¿Qué pasará conmigo? ¿A dónde iré?
-No te preocupes le dijo, tú regresarás a la tierra pero no con tu cuerpo original. Podras regresar a la tierra, elegirás como quisieras reencarnar…
-¿Puedo reencarnar en lo que yo quiera?
-Si, ahora ya no pierdas más tiempo.
-Gracias Dios. 
Esperanza se fue de regreso a la tierra, pensaba y pensaba en que podía reencarnar. Entonces recordó que a ella le encantaba el mar así que allá fue.
Al llegar al mar, el atardecer anunciaba que el sol se ocultaba por el horizonte. Observó el  atardecer, miraba como  el sol se echaba ese chapuzón del día...  Unas lágrimas brotaron en ella,  y el caer la noche ella notó que en el agua  una figura extraña. Se acercó... salió una criatura enorme de toneladas y más de 30 metros de largo...emergió desde las profundidades. Esperanza  gritó, pero se dio cuenta que era ella y su que su grito era el canto... canto una ballena azul, ahora su piel era  áspera en un cuerpo  precioso. Su reencarnación fue en el agua, ella era la ballena.
Esperanza asustada pero a la ves sorprendida le, (se)  pregunta:
-¿Cómo te llamas?
- Me llamo Cielo… ¿y tu?
-Fuí Esperanza.
-Qué bonito nombre esperanza….
Esperanza y Cielo empezaron a hablar y antes del amanecer Esperanza le preguntó a Cielo: si la podía llevar con ella para que le enseñara su mar... ella entonces aún pequeña subió a su lomo, y atravesó el maravilloso mar de su nueva vida.




Elisa Hernández PérezGómez
(la Paz, 14 años)

Espectadora

Recuerdo la maravillosa calidez de tu mano

Es como el mar que ahora me rodea:
Suave y terso,
Húmedo y quieto.
¿Estás nervioso.?
Callado y tan brillante
Un tanto peligroso e insignificante.
Delicados dedos como redes de medusa
rodean los tuyos
la ternura existe.
¿Me pregunto? ¿le pregunto?
Mar bendito:
¿puedes tú camuflar mis lágrimas y sollozos?
respondes con la misma intensidad
ella te sonríe, seductora, en plena vanidad.
sólo veo, soy el “espectador”
pero una dolorosa envidia me invade
¿sabes? quien sujeta tu mano:
debería ser yo.
                    

   Silvia 
(micro ficción en un día marino)
¿Es acaso el amor incondicional? Silvia lo sabe, lo sabe muy bien. Ella recuerda, recuerda perfectamente el día que le conoció, el día en que su vida y corazón dejó de pertenecerle a ella para ser de David. Silvia le observa todos los días, le espía. Le ve con sus novias, sus amantes, con sus amigos y con su mismísima soledad. Como le encanta verlo allí, sentado en la arena, completamente despreocupado de las cosas que le rodean. Intenta llamarle, pero nunca la escucha. Silvia llora de nuevo, a sabiendas de que su amor por David va más allá de lo imposible, de lo impensable y de lo imperdonable. Al final del día, ella vuelve a hundirse en el fondo marino, encaminándose hacia la grandeza de  su esposo, uno igual a ella, de su misma especie: un cetáceo jorobado y gris. Ella sabe muy  bien  que David no  le pertenece.



Alejandro Aguirre  (la Paz, 24 años)
                                                           
       
       Entre líneas
Tocaron el timbre. “J” se levantó molesto, obligado a dejar su afanosa labor en la computadora. Al abrir la puerta le molestaron las arrugas y canas del visitante pero lo dejó pasar. Había llegado el momento de partir. El extraño entró en la casa como si fuera suya, pasó a un lado de “J” sin decir nada. Se sentó frente a la computadora y siguió tecleando. “J” en cambio se quedó parado por un momento sin saber que hacer y luego cerró la puerta tras de sí. Caminó calle abajo sin rumbo fijo.
Meditando sobre la vida en blanco que tenía por llenar.














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